Luces de Bohemia
En febrero del año 1968 se estrenó en Sabadell (y creemos que por primera vez en toda España) la obra Luces de bohemia de don Ramón María del Valle Inclán.
El estreno corrió a cargo del grupo Palestra, una entidad amateur que llevaba sobre sus espaldas veinticinco años de existencia. Dicha entidad se apartó siempre de los cánones establecidos del teatro de aficionados. No estaba vinculada a ningún centro parroquial y la fuerte personalidad de su director, Ramón Ribalta, la hizo destacar, entre otras cosas, por el eclecticismo a la hora de escoger obras y autores. Amparándose en el hecho de estar situada en una ciudad entonces mediana, se pudieron soslayar con muchas triquiñuelas los inconvenientes de la censura y ofrecer estrenos como Todos eran mis hijos y La muerte de un viajante, de Miller; El cuarto de estar, de Graham Green; o Nuestra ciudad, de Thornton Wilder.
Palestra, que actualmente se ha reciclado como Teatre del Sol y ya únicamente representa en catalán, ha sido el único grupo no profesional invitado a actuar en el Teatre Nacional de Catalunya, donde representó hace apenas un año La bona persona de Sezuan, de Bertolt Brecht. Dicha invitación fue un tributo y un homenaje a tantos años de dedicación desinteresada en favor del buen teatro.
Pero volvamos a 1968 y a Luces de bohemia. Fueron varios los factores que contribuyeron a que se hiciese posible el llegar a la representación de dicha obra. José Tamayo poseía los derechos de la misma, pero no podía llevarla a escena por problemas con la censura. Los problemas se derivaban del hecho de que la censura exigía la supresión de la escena del preso catalán, por considerarla ofensiva, y los herederos de Valle no consentían que la obra se presentase mutilada. Palestra solicitó permiso para interpretar Farsa y licencia, así sin más -la reina castiza no aparecía por ninguna parte- y la censura -dicen que no hay nadie más ignorante que un censor- se lo concedió. El programa del montajePor otro lado se aprovechó el hecho de que José Tamayo estuviera dirigiendo La Pasió, de Olesa, para invitarle un domingo a ver un ensayo general. El programa del montajeEl gran director, sumamente amable, aprovechó su día de descanso para seguir inmerso en el mundo del teatro que, por otra parte, era el que más le gustaba. Se desplazó a Sabadell, vio la representación y, departiendo con los actores, aseguró que por su parte no pondría ningún inconveniente para que se estrenase la obra. Así se hizo y un par de años más tarde pudo estrenarla por fin Tamayo con Agustín Gonzalez y Carlos Lemos de protagonistas. El programa de mano y los anuncios en la prensa se redactaron como Farsa y licencia-Esperpento de Ramón María del Valle-Inclán, con lo cual el público no sabía exactamente qué era lo que iba a ver. Las criticas utilizaron eufemismos como los siguientes: «Esperpento es una acoplación de temas recogidos en su inspiración bohemia... ». Claro que para no despistar más al público se incorporó un nuevo personaje a los casi treinta que componían el reparto: el del narrador, que abría la obra con un sonoro anuncio: «Señoras y señores, LUCES DE BOHEMIA, esperpento de Ramón del Valle-Inclán». La obra constituyó un éxito. Se representó durante los meses de febrero y marzo del 68 y la prensa de Barcelona se hizo eco, con los consabidos eufemismos, de dicha representación.
Posiblemente, lo más destacable de la misma, aparte de la interpretación de Sebastián Sellent como Max Estrella, fue la mencionada introducción del narrador. La escena de la manifestaciónDicho personaje, además de anunciar la obra, aprovechaba las constantes mutaciones de la misma para decir en voz alta todas las acotaciones de Valle. Esto es algo que no hemos tenido ocasión de volver a ver en ninguna representación posterior. Y podemos asegurarles que el efecto dramático de las palabras de Valle, la fuerza de sus descripciones, la sonoridad de sus frases pronunciadas en voz alta, producían un extraordinaria emoción y ayudaban a la percepción del público ante la obra.
El decorado consistía en dos mamparas que formaban un ángulo agudo y detrás de las cuales se producían las mutaciones mientras el narrador describía en qué consistían las mismas. Inmediatamente se abrían los dos batientes y nos encontrábamos en la taberna de Pica Lagartos, el despacho del Ministerio de Gobernación, la celda, etc. Las escenas que sucedían en la calle se representaban con las mamparas cerradas y los actores actuando en primer término. Con esto se conseguía dar una gran agilidad a una obra que cuando fue escrita se consideraba irrepresentable por la velocidad casi cinematográfica del transcurrir de sus escenas.
Autor: Ramón María del valle-Inclán
Direcció: Equip de direcció del Teatre del Sol
Max Estrella: Enric López
Don Latino de Híspalis: Ricardo García
Pica Lagartos / Ministro / Basilio / Capitán Pitio: Manu Fuster
El preso / Dorio de Gadex / El rey de Portugal / Un albañil / El Pollo del Pay Pay: Rubén Medina
La lunares / La portera / Pérez / La periodista: Gemma Pellicer
Madame Collet / La madre del niño muerto: Estela Pérez
Narrador / El borracho / Zaratrustra / El cochero: Carlos Prieto
Don Diego del Corra / El chico de la taberna / Clarinito: Arnau Ramos
Enriqueta la pisa bien / Claudinita / La vieja pintada: Cristina Suárez
Don Gay / Don Filiberto / Serafín el bonito: Miquel Vidal
Vestuari: Mireia Llatge i equip de modistes del Teatre del Sol
Caracterització: Toni Santos
Il·luminació i so: Martí Guerrero
Projeccions, efectes i gràfica: Vicens Serra
Producció: Josep Garrido
Adjunt de direcció: Cristina Suárez / Agustí González